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10 claves para ser un buen entrenador de fútbol

Para poder ser un buen entrenador de fútbol se necesita mucho más que afición por este deporte, puesto que si realmente se quiere conocer todos los entresijos de lo que conlleva ser un buen profesional, consiguiendo llevar al equipo que se dirige a los primeros puestos, requiere mucho más que práctica en este deporte. Es por este motivo que queremos que tengas un listado con las claves para ser un buen entrenador de fútbol y que, siguiéndolas a raja tabla, podrás comprobar que tus sueños se hacen realidad y que incluso si tu equipo no cuenta con grandes jugadores, podrás hacer un buen trabajo y lograr tus objetivos con el club.

Claves para saber entrenar un equipo de fútbol profesional

Saber de fútbol

Puede que parezca una clave un tanto lógica, pero para muchos no lo es. Puedes tener en tu mano, sobre el papel, una gran cantidad de técnicas de ataque o defensivas, sin embargo, si no conoces nada el fútbol real, de la competición que estás jugando o de lo que te propones hacer en ella, puede que estés perdido. Es importante saber y entender la categoría en la que juegas, los jugadores con los que cuentas y los equipos a los que te enfrentas, ya que todo esto es algo esencial para que puedas mantener a tu equipo en los puestos que se merece.

Comunicación con tu equipo

Guardiola o cualquier otro entrenador de renombre pueden haberte pasado un listado de estrategias pensadas para tu equipo, que, si no sabes expresárselas a tus jugadores, de poco servirá. Necesitas saber comunicarte, hablar con tu equipo y hacer que te entiendan perfectamente lo que quieres decirles, solo de esta manera podrás transmitir todos tus conocimientos y hacer que el equipo sea un grupo unido y que no se desequilibre porque no se han entendido tus indicaciones. Ocurre igual que con un profesor, si este es un erudito en su campo, pero no sabe expresarse, estará destinado al fracaso.

Tener autoridad

Algunos lo llaman personalidad, otros autoridad, pero es importante saber imponer tus ideas, saber llevar a un equipo hacia delante, dar la cara cuando las cosas se ponen mal y felicitar a los tuyos cuando lo han hecho bien. Una de las enseñanzas que se aprenden cuando te sacas el máster en fútbol profesional es que debes de tener la mano firme para liderar a tu equipo, pero también, como hablaremos a continuación, la denominada mano izquierda que lo que hará será saber manejar las situaciones incluso cuando te encuentras en momentos duros en los que estás sufriendo varias derrotas. La autoridad es exigir a los tuyos, pero también exigirte para que logren estar a la altura del fútbol de alto rendimiento.

Saber tratar a los jugadores

Los jugadores son personas que están realizando una labor, un trabajo, pero que, además, tienen sus propias vidas fuera del terreno de juego o del vestuario. Es por eso que debes de saber las circunstancias de cada uno de ellos, lo que puedes pedirle en cada momento y lo que no, puesto que alguno de ellos puede estar viviendo una mala época en el seno familiar y si le exiges más lo que vas a conseguir es romperlo. Es por este motivo que, como dicen los especialistas hay que tener mano izquierda, psicología para trabajar con todo el equipo. De esta manera podrás hacer un equipo unido y sobre todo, los jugadores te querrán como entrenador.

De los errores se aprende

En la vida del entrenador no todo va a ser ganar y es normal que en ciertos momentos te veas envuelto en una cadena de derrotas. El error que puedes cometer es no aprender de esto. Lo que tienes que conseguir es comprender de dónde han venido los fallos, estudiarlos, analizarlos con la plantilla para que en el próximo encuentro no se lleven a cabo. Es importante que si tienes que sentar a un jugador porque no está dando la talla, lo hagas, que puedas cambiar tu estilo de juego, con el fin de que los errores no terminen mermándote.

Ve dos pasos por delante

Un fallo muy común es el depender siempre de la misma estrategia o de los mismos jugadores porque son los que te han llevado a los puestos altos de la tabla. Sin embargo, si comienzan a ganarte porque han estudiado tu forma de juego o uno de tus jugadores estrella cae enfermo o lesionado, debes de tener otras alternativas preparadas, para conseguir desequilibrar al rival y tener un equipo estable, tanto con el once de gala, como los que se sientan en el banquillo.

Buscar refuerzos

Cuando eres entrenador y acabas de entrar en un equipo, no debes de fijarte solo en los jugadores que tienes en tu vestuario, sino que debes de revisar aquellos que se encuentran en categorías inferiores o incluso que son más jóvenes para poder incorporarlos al equipo principal, dándole minutos, puesto que es posible que algunos de esos jugadores revelación de la temporada tengan mucha importancia en el futuro del equipo y hagan que puedas incluso ganar la liga.

Exígete lo mismo que exiges

Ser entrenador conlleva que también te exijas un compromiso con el equipo. Si eres una persona que te has acomodado en tu puesto y que piensas que las cosas se hacen solas, es preferible que busques otro trabajo. Cuando una persona es entrenadora, deberá de dar lo mismo que pide, de esta manera se te verá como un ejemplo a seguir, una persona que no solo dicta las normas, sino que las cumple.

Ser alguien deportivo

Debes de tener clase y demostrar tu deportividad. Aunque en el mundo deportivo hemos podido encontrarnos con entrenadores que eran de todo menos amigables, a pesar de contar con unas dotes de entrenador impresionantes. Si quieres tener una buena trayectoria futbolística, es imprescindible ser una persona que respete a los rivales, y que no se entregue a hablar mal de uno o de otro, puesto que esto dará una muy mala imagen tanto de ti, como del club.

Empatiza con tu entorno

Para ser un buen entrenador de fútbol, deberás de empatizar con todo tu entorno, ya no solo con los jugadores, sino también con el equipo directivo, el equipo rival e incluso con los periodistas y los aficionados. Si quieres ser recordado y apreciado, tienes que mostrarte como una persona amigable y que es capaz de ponerse en el lugar de los demás.

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